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Yugoslavia en Buenos Aires, historia, cultura y política
Más de 55 millones de europeos se trasladaron, desde 1820 hasta 1924, de Europa a América. Si bien muchos países resultaron receptores de este impresionante, y nunca antes visto, movimiento migratorio, la Argentina se encontró en el grupo de Estados que más personas recibió. En 1869, una década antes de que la política pro-migratoria de la Argentina fuera deliberada, habitaban el territorio nacional 211.993 inmigrantes (en su inmensa mayoría de origen europeo). Tres lustros más tarde la población extranjera se había quintuplicado y el número ascendía a 1.004.527. Pero además, el peso relativo de la población foránea se había duplicado durante el mismo periodo. Pasaba de 12,1 % en 1869 a 25,4% en 1895. El Tercer Censo Nacional de Población, realizado en 1914, daba cuenta del crecimiento relativo de la población inmigrante sobre los nacidos en el territorio argentino. Casi el 30% de los habitantes era de origen extranjero. 2.357.952.
En cambio el Cuarto Censo Nacional de Población, en 1947, mostraba un notable decrecimiento de la inmigración europea hacía la Argentina. Dos años después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, en 1947, los inmigrantes (en su gran mayoría de origen europeo) que habitaban suelo argentino eran 2.435.927, es decir una cifra similar a la de 1914, mientras que la población había aumentado poco más de un 100%. De 5.494.066 habitantes en 1914 se pasaba a 13.466.903 en 1947. En términos porcentuales, cuando daba comienzo la Primera Guerra Mundial, la población extranjera llegaba al 30%, y a mediados de la década de 1940 su peso relativo había disminuido al 15,3%.

La década de 1950 marca el cierre de la corriente migratoria europea masiva a la Argentina. Sí bien desde mediados de la década de 1990 y hasta principios de la del 2000 llegaban, provenientes de las ex repúblicas soviéticas de Ucrania y Rusia, un importante número de inmigrantes que sobrepasaba los 10.000, esta reciente migración no tenía el impacto cuantitativo y cualitativo que había caracterizado a la inmigración europea del periodo 1875-1950.
Migración yugoslava
La migración de los países de la ex Yugoslavia a la Argentina comenzó en los últimos 30 años del XIX y se mantuvo hasta mediados del XX. En el Segundo Censo Nacional de Población, realizado en 1895, montenegrinos, serbios, croatas y eslovenos fueron censados, registrándose el ingreso de 8 montenegrinos y 4 serbios, sumado a 12.803 austríacos, de los cuales más de la mitad eran croatas y eslovenos que ingresaron con pasaporte austrohúngaro (pero también ingresaron con este pasaporte serbios, y musulmanes de Bosnia). El Censo de 1914 detalló un sensible crecimiento de la migración yugoslava a nuestro país, destacándose la existencia de 38.123 personas provenientes del Imperio Austro-Húngaro (un porcentaje superior al 70% eran croatas y eslovenos), 1.575 de Montenegro, y 316 de Serbia.
En julio de 1914 daba comienzo la Primera Guerra Mundial y con ello llegaba a su fin la primera ola migratoria yugoslava a la Argentina. Sin embargo, a principios de la década de 1920, ya finalizada la Gran Guerra y con ello desaparecidos el Imperio Otomano y el Austrohúngaro, pero creado el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos (en 1929 iba a pasar a llamarse reino de Yugoslavia), la llegada de inmigrantes balcánicos se reanudaba. Este segundo flujo migratorio, con una importante declinación debido a la crisis económica mundial del 30, iba a continuar hasta fines de la década de 1930, cuando la Alemania nazi diera comienzo al enfrentamiento bélico más grande de la historia de la humanidad.
Las causas de la primera y segunda ola migratoria balcánica a la Argentina hay que rastrearlas a partir de las constantes crisis económicas y políticas en los territorios de origen. Todos los países de los Balcanes formaban parte de la periferia europea; con poca industrialización, con un importante número de trabajadores rurales sobre el porcentaje total de la población y con una marcada limitación para llevar adelante proyectos político-económicos independientes, estos Estados eran muy inestables y producían una permanente expulsión de población. Puente entre oriente y occidente, escenario de disputas imperialistas; la situación geopolítica balcánica era, desde el último cuarto del siglo XIX hasta comienzos de la Segunda Guerra Mundial, sumamente frágil. En franca retirada el Imperio Otomano, pero en constante ascenso los intereses imperialistas de Rusia y el Imperio Austrohúngaro, las fronteras de los Estados se modificaban permanentemente. La precariedad económica sumada a la incertidumbre política empujaba a buena parte de la población a buscar un futuro más llevadero por fuera de su tierra de origen.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, una parte considerable del continente europeo había quedado devastada. Los años que siguieron a las hostilidades, en los países en donde además de haberse dado el enfrentamiento entre los aliados y el eje fueron escenario de guerras civiles (Italia, Yugoslavia, Grecia, etc), fueron muy duros. Las luchas intestinas, durante y luego de la guerra provocaban espectaculares y dramáticos desplazamientos de personas. En Yugoslavia el movimiento partisano, liderado por el Partido Comunista de Yugoslavia, no solo había enfrentado y triunfado frente a la invasión nazi-fascista sino que lo había hecho, también, contra el movimiento ustasha[1], los resabios del ejército monárquico[2] y los cetniks[3] serbios. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, con la firme ayuda del Vaticano y el apoyo del gobierno argentino, miles de ustashas se instalaban en territorio argentino. Esta migración croata iba a distinguirse singularmente de las dos oleadas previas, pues era marcadamente política y numéricamente importante. No solo los principales integrantes del Estado Independiente Croata (1941-1945) se instalaron en la Argentina, sino que constituyeron un gobierno provisional en el exilio. Crearon en 1960 el Instituto Croata Latinoamericano de Cultura de Buenos Aires, la institución más importante, en términos cuantitativos y cualitativos de esta migración política. En el mismo año comenzaron a editar una revista-libro denominada Studia Croatica. Esta publicación era el medio por el cual se pretendía, explicitado permanentemente por la línea editorial, a corto y mediano plazo, informar al público iberoamericano acerca de la situación que atravesaba Croacia en particular y Yugoslavia en general bajo el régimen comunista. El fin era el de generar, en la migración croata latinoamericana, estados de conciencia proclives a conformar un programa político en pos de la «recuperación» de Croacia.

Pero también, luego de la Segunda Guerra Mundial, se registró la llegada de una migración política proveniente de Serbia, Montenegro y Eslovenia. Muchas familias, de Serbia y Montenegro, afines política e ideológicamente al gobierno monárquico yugoslavo previo a la guerra perdieron muchas de sus posesiones (tierras, propiedades, etc) debido a la expropiación llevada adelante por los comunistas liderados por Josip Broz (Tito). Opuestos por el vértice ideológico a la Yugoslavia partisana abandonaron el país y se fueron instalando en la Argentina. En 1948 esta migración fundó la Asociación Civil San Sava y construyó el primer monasterio ortodoxo serbio de la Argentina en la calle Perú en el barrio de San Telmo. Casi 40 años más tarde, en 1985, se inició la construcción de la iglesia de la Natividad de la Virgen María en el barrio de Barracas.
También desde Eslovenia llegaba un importante número de inmigrantes hostiles al comunismo yugoslavo. Estos, que durante la Segunda Guerra se habían autodefinido como domobranci (defensores del hogar), fueron un grupo paramilitar, que con una fuerte impronta católica enfrentó a los partisanos comunistas.
A modo de resumen se puede decir que la migración de los países de la ex Yugoslavia a la Argentina (serbia, croata, bosnia, montenegrina, eslovena y macedonia) tuvo tres etapas. En las dos primeras la variable económica fue la determinante, mientras que en la tercera lo político-ideológico fue sin dudas la causa de la llegada a la Argentina de decenas de miles de croatas, eslovenos, montenegrinos y serbios.
Los yugoslavos en Argentina:
En relación a las asociaciones de inmigrantes yugoslavas es imposible soslayar el caso de la Sociedad Austro-Húngara de Socorros Mutuos Nas Dom que, creada en 1878, tuvo una notable incidencia en la integración de los inmigrantes yugoslavos a la sociedad argentina. Desaparecido el imperio Austro-Húngaro, una vez finalizada la Primera Guerra Mundial, y recientemente creado el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, la mutual cambiaba de nombre y pasaba a denominarse Sociedad Mutual Yugoslava de Socorros Mutuos Nas Dom. El cambio solo ajustaba la denominación de la institución a la realidad que ella contenía. Sucedía que sus fundadores y miembros eran en su inmensa mayoría de origen croata, encontrándose en menor medida eslovenos, y Croacia pasaba a formar parte del novedoso Estado yugoslavo. La fundación por parte de la familia Mihanovich[4], junto a profesionales y pequeños propietarios de la migración croata, tenía como fin afianzar la unidad étnico-cultural de origen a la vez que serviría como fuente de mano de obra “segura”.
Para formar parte de la institución era necesario haber nacido en tierras sur-eslavas o ser descendiente de padres del mismo origen, además de ser propuesto por dos socios que serían los garantes de la “buena” conducta del nuevo miembro. Si bien la composición de clases era heterogénea, homogéneo era el segmento dirigente. Los miembros de la Comisión Directiva eran familias propietarias (como en el caso de los Mihanovich), comerciantes y profesionales. Nicolás Mihanovich iba a presidir el Consejo Directivo en 6 oportunidades, pero también lo hicieron su hermano Miguel y sus hijos Pedo y Nicolás. Los propietarios de la familia naviera eran los forjadores materiales concretos de la institución, en inclusive algunos de los terrenos en donde funcionaba la mutual habían sido adquiridos por los Mihanovic; a modo de ejemplo, en 1907 Pedro Mihanovic (hijo de Nicolás y presidente de la sociedad en tres oportunidades) compraba un importante lote en el barrio de la Boca en donde hasta hoy en día funciona la mutual.

Contemporáneo a la fundación de la mutual se creaba la Compañía de Navegación Nicolás Mihanovich, que desde fines del siglo XIX era protagonista de un fuerte proceso de centralización y concentración de capital y lograba convertirse en la flota mercante nacional más destacada, llegando a contar con el número más alto de obreros concentrados en una sola empresa naviera. Era, además, parte impulsora de la organización patronal corporativa en general, a través de la Asociación del Trabajo, y marítima en particular, por el Centro de Cabotaje Argentino. Abocada a organizar corporativamente a la patronal marítima en su conjunto, sostuvo una posición intransigente ante las múltiples demandas obreras, portando una política abiertamente anti-sindical.
Una buena parte de los croatas llegados a la Argentina a fines del siglo XIX y principios del XX iban a ir vivir a zonas cercanas al puerto de Buenos Aires, en los barrios de La Boca, Isla Maciel y Dock Sud. Su asentamiento cercano al puerto estaba relacionado a la fuerte identificación que tenía la comunidad sur-eslava con los trabajos de navegación, así como con las posibilidades laborales en el puerto y en particular en la Mihanovich.
Contratando croatas con vasta experiencia en trabajos marítimos, la empresa del inmigrante croata, se aseguraba trabajadores capacitados, por un lado, y cierta “fidelidad” para con el empresario connacional, por el otro. En medio de un contexto de profunda movilidad laboral, en donde comenzaba a formarse y consolidarse un movimiento obrero que portaba, en muchos casos, ideología contestataria de raigambre anarquista y socialista, la lealtad étnica promovida por la empresa jugaba un papel fundamental a la hora de ahorrar conflictos. Se reclutaban trabajadores “chequeados” a través de la Sociedad de Socorros Mutuos Nas Dom. La familia, propietaria de la empresa naviera, “socia” del proyecto político-económico de la generación del 80, seguramente apostaba a que la fidelidad nacional atenuara y resolviera los conflictos que pudieran surgir entre ella y los trabajadores.

La sociedad mutual tenía una lógica de funcionamiento absolutamente jerárquica que además contenía una determinada concepción de la sociedad y de su funcionamiento. Los puntales fundamentales, orden y progreso, a partir de los cuales la oligarquía terrateniente había intentado construir la nación argentina armonizaban con la Sociedad de Socorros Mutuos Nas Dom y también con la empresa Nicolás Mihanovic y Compañía.
Más adelante, luego de la Segunda Guerra Mundial, cuando Yugoslavia dejaba de ser un Estado monárquico y se convertía en una república socialista, la mutual Nas Dom iba a cambiar sensiblemente su ideología y se convertía en una asociación de inmigrantes con una ideología afín al país liderado por Josip Broz Tito. Y como consecuencia de esta transformación iba a permanecer intervenida por el Estado argentino durante casi toda la década de 1950. Recién con la llegada de Arturo Frondizi al poder se le iba a quitar la intervención. La afinidad y funcionalidad, desde 1880 hasta 1950, de la mutual para con el estado argentino habían desaparecido en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial y por tanto las tensiones surgían y se manifestaban.
A principios de la década del noventa del siglo pasado, cuando la Yugoslavia socialista comenzaba a desmembrarse producto de las guerras entre los distintos nacionalismos, desde la recién creada Embajada de Croacia en la Argentina se le «solicitaba» a Nas Dom que se ajustara a los tiempos y cambiara su nombre. Es decir que pasara a denominarse Sociedad Mutual Croata Nas Dom, dado que la mayor parte de sus miembros poseían descendencia croata. Sin embargo nada de esto ocurrió debido a que en una asamblea extraordinaria se decidió no cambiar el nombre aunque ese país hubiera dejado de existir. Como una forma de apostar a la hermandad y convivencia de los pueblos yugoslavos hasta el día de hoy la Sociedad festeja, el 29 de noviembre, el día patrio de la República Federativa Socialista de Yugoslavia con un multitudinario almuerzo de camaradería en su sede ubicada en el barrio de Dock Sud.
Desde su primer número, en 1960, hasta fines de 1995 (volumen 129) la revista Studia Croatica ha repetido los motivos por los cuales la nación croata debía vivir al margen del régimen comunista yugoslavo y de cualquier tipo de hegemonía política, cultural e ideológica serbia. Para el Instituto Croata Latinoamericano de Cultura de Buenos Aires la incompatibilidad de la nación croata con la serbia se debía a la diferencia cultural existente entre dos tipos de civilizaciones. La civilización europea occidental, en los textos de Studia Croatica, se terminaba allí, en donde comenzaba la civilización oriental, allí en donde siglos atrás se producía el cisma, la separación de la iglesia cristiana en dos unidades políticas diferenciadas; Bizancio de un lado y Roma del otro. El rio Drina, que partía al medio a la ex Yugoslavia, era la frontera entre el este y el oeste. De un lado la nación serbia y del otro la croata. El Reino de Yugoslavia, luego de la finalización de la Primera Guerra Mundial, y luego, 27 años más tarde, la República Socialista de Yugoslavia eran experimentos políticos que no habían respetado las diferencias culturales, políticas y religiosas que se consideraban insalvables.
El tour tiene como finalidad contar algunos aspectos de la historia de la migración y yugoslava a la república Argentina. Para dicho fin se pondrá especial énfasis en la figura de Nicolás Mihanovich (Nikola Mihanovic), la Sociedad Mutual Yugoslava Nas Dom y la ideología de la revista Studia Croatica.
[1] El movimiento ustasha (alzarse en rebeldía, levantarse) se había formado durante la década de 1920. Surgió como una opción de derecha en contra de la hegemonía serbia que gobernada por medio de la dinastía Karadjordjevic. Era un movimiento de extrema derecha con fuerte ascendencia católica. Ideológicamente se encontraba en las antípodas del comunismo y considerable absolutamente inviable la convivencia de los pueblos serbio y croata.
[2] El 6 de abril de 1941 Alemania invadía el Reino de Yugoslavia y tan solo 11 días después el ejército monárquico capitulaba. Algunos soldados se refugiaron en las montañas de Serbia y Bosnia, y dirigidos por el Coronel Draza Mihailovic esperaban el momento oportuno para llevar adelante una ofensiva contra las fuerzas invasoras. Pero dada las características que fue tomando la lucha antifascista de liberación nacional de Yugoslavia, liderada por el Partido Comunista Yugoslavo, los combatientes monárquicos comenzaron a enfrentar al movimiento partisano en lugar de a los invasores nazi-fascistas. El triunfo del movimiento partisano, liderado por Josip Broz (Tito), era visto como el final de la monarquía serbia Karadjordjevic.
[3] Movimiento guerrillero nacionalista y pro-monárquico serbio. Una buena parte de los cetniks formaron las filas de Draza Mihailovic, pero había otros grupos que actuaban de manera independiente. Kosta Pecanac y Dimitrije Ljotić, líderes de las facciones más importantes de los cetniks, llevaron acciones militares conjuntas con el ejército alemán en contra de los partisanos.
[4] Nicolas Mihanovich (Nikola Mihanovic en serbo-croata) nació en Croacia, cuando esta formaba parte del Imperio austrohúngaro en 1848. Emigro a Sudamérica en a mediados de 1960 y diez años más tarde iba a fundar la empresa naviera más importante de fines del siglo XIX y de principios del XX (Nicolás Mihanovich y Compañía).