La Historia a través del Cine: Procesos Revolucionarios en América Latina

Introducción al ciclo de seminarios «La Historia a través del Cine»:Captura de pantalla 2016-10-28 a las 4.12.39.png

Formato del seminario:

Cinco encuentros de tres horas de duración.

Día y horario de la cursada: viernes de 19 a 22 hs.

Fechas: 11/11, 18/11, 25/11, 02/12, 9/12

Lugar: Club Nas Dom. Almirante Brown 721 CABA.

Encuentros: en cada encuentro se proyectará un film que tratará un determinado tema/período histórico. Luego el docente habrá una exposición acerca de la película (director, tema, contexto de realización y recepción) para luego abrir paso a una instancia de discusión colectiva y conclusiones.

Docente a cargo del seminario: Martín Paolucci (periodista y analista internacional)

Costo del seminario: 1000 pesos.

Contacto: caegeopolitica@gmail.com   155-3173500/154-068-9573

La relación entre cine e historia es temprana, desde principios del siglo XX se comenzaron a tratar distintas temáticas históricas. En 1915, El Nacimiento de una Nación (D.W. Griffith) describe los principales sucesos que marcaron el surgimiento de los Estados Unidos de América. Relata, como hasta ese momento no se había contado (primer plano, montaje paralelo,  flash back y profundidad de campo; además de sentar las bases de la narrativa y la tensión dramática del cine clásico de Hollywood) la construcción política y cultural de un Estado-Nación. Este film, imbuido de un racismo radical (hace absoluta apología del Ku Klux Klan y los afroamericanos son despreciados terriblemente) permite ver la impronta ideológica del realizador, los intereses de los productores y brinda la oportunidad de comprender e interpretar la época (en términos políticos, ideológicos y culturales) de acuerdo a la recepción de la obra.zYtgDRSOQeZmGbHkXff5CcEg05g.jpg

Diez años más tarde, El Acorazado Potemkin ( Serguei Einsestein)  describe un motín ocurrido en un navío de la armada zarista en 1905. Casi ocho años habían pasado desde la revolución rusa y la nueva sociedad dejaba reflejada su impronta en materia cinematográfica. La película contiene una profunda innovación técnica aplicada a la narrativa, pues trabajadas como un todo orgánico, cada una de las escenas mantiene en su núcleo lo particular en función del todo. Los sucesos revolucionarios, ocurridos en la Rusia del zar, que muestra la película son enmarcados en un cuadro ideológico que legitima y sustenta la posterior revolución rusa de 1917. 001_435m4h.jpg

 En 1957 se filmó La Patrulla Infernal (Stanley Kubrick), film antibelicista que describe un castigo ejemplar hacia las tropas francesas por parte del Alto Mando Militar. En el contexto de la Primera Guerra Mundial, el director muestra de forma descarnada la sucia realidad de la guerra, en la que a menudo la muerte de seres humanos sirve para satisfacer ambiciones personales y ascensos en la jerarquía de mando. Esto la convirtió en una película extremadamente incómoda; aunque fue estrenada sin problemas en EE.UU, en Europa tuvo muchos inconvenientes, llegando a prohibirse en algunos países. El guion original, que contenía un final feliz, acabó siendo modificado hasta ser el que aparece en el film. El director, con el importante apoyo del protagonista Kirk Douglas, ocultó la conclusión real con el fin de obtener el beneplácito de la productora. Sucedió que al estar terminada la película, la United Artist, entusiasmada con el producto final no reparó en la modificación. Se puede decir, a partir de esta obra maestra de Kubrick, que además de tratar acerca de la historia, los films también tienen su propia historia, condicionada, al menos, por las variables económicas y políticas. 83.jpg

La historia en el cine es un constante y no se ha detenido desde los inicios hasta nuestros días. Desde el comienzo fue un arte destinado, no de manera absoluta pero sí mayormente, a las masas. Los dueños de los grandes estudios cinematográficos pretendían ganar dinero con sus filmes a la vez que “bajaban” ciertos lineamientos ideológicos a los espectadores, pero a partir de la revolución rusa y durante el siglo XX comenzaron a realizarse películas que: o bien escapaban a la censura o  eran producidas bajo situaciones (clandestinidad, regímenes políticos afines) que ponían en tela de juicio los marcos ideológicos, políticos, económicos y culturales dominantes. En la Argentina hay infinidad de ejemplos que muestran, de una manera u otra, que es posible hacer cine histórico y político  situado más allá del mainstream. Las obras de Raymundo Gleyzer (Los Traidores, La Revolución Congelada, etc) Jorge Cedrón (Operación Masacre), La Hora de los Hornos (Pino Solanas) realizadas en la clandestinidad o en situaciones delicadas; pero también films de ficción y documentales como Trelew (Mariana Arruti), La Patagonia Rebelde (Hector Olivera) y Ellos se Atrevieron (Contraimagen) da cuenta de la posibilidad de presentar una alternativa histórica y política a la industria cinematográfica dominante.

El cine de América Latina, documental o de ficción, referido a los distintos procesos revolucionarios que la han atravesado en su corta historia independiente, tiene una amplia trayectoria en la región. Realizadores como Jorge Sanjinés de Bolivia, Fernando Solanas de Argentina, Patricio Guzmán de Chile y Tomás Gutiérrez Alea de Cuba son algunos de sus máximos exponentes. Pese a que hay algunas joyas desconocidas para el gran público filmadas décadas antes, fue en la década del ’60 y sobretodo en la de los ’70 en que el cine social latinoamericano tuvo su momento de mayor efervescencia. Efervescencia que venía generalmente acompañada por algún tipo de compromiso político por parte del realizador. No es casualidad que la edad de oro de este cine se haya dado en el mismo momento en que se dieron la mayor cantidad de procesos revolucionaron desde las luchas independentistas.  El Grupo Cine Liberación en Argentina, el Cinema Novo de Brasil y el Cine Militante Revolucionario en Cuba fueron algunos de los grupos que mejor retrataron estas pulsiones políticas.la_hora_de_los_hornos_.png

Es precisamente dentro del llamado «Cine Militante Revolucionario» cubano que se dió el proceso más rico y a su vez más contradictorio dentro de los movimientos de cine político latinoamericano. Este era un movimiento abiertamente vanguardista, narrativa y estéticamente renovador y a su vez marcado, a veces, por ciertas líneas de rígido control gubernamental. Un control que, por lo menos en los primeros años, no llegó a ser tan estricto como para reducir la frescura de las películas producidas en la isla. Salvando las distancias este proceso tiene algunas similitudes con el acontecido en los primeros años de la Revolución Rusa, en la etapa previa a la instauración del «Realismo Socialista» de Stalin.

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En el otro extremo, el movimiento de cine social boliviano, marcado sobre todo por la obra de Jorge Sanjinés, aunque no sólo, es un interesante ejemplo de cómo un proceso revolucionario, detenido y luego anulado, puede despertar sensibilidades y reclamos de sectores de la sociedad ocultos hasta ese momento. Un reclamo llevado al arte cinematográfico y que, ha diferencia del cubano, más que ser acompañado será fuertemente perseguido por el Estado. Similar a esto será la regla en Latinoamérica. Salvo algunos interregnos revolucionarios o reformistas, la norma será la distribución clandestina de cine político y revolucionario. Volviendo al cine de Sanjinés, el protagónico de los indígenas bolivianos en sus películas, su cosmovisión y las profundas injusticias que, antes y después de la Revolución de 1952, padecieron, hacen que sus películas continúen siendo vigentes para entender las razones que dieron origen no sólo a la Revolución Boliviana sino también al resto de los procesos de cambio radical en la región, donde la cuestión indígena, especialmente en su aspecto de clase social, es relevante al día de hoy.

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Es así que hasta la década del ’90 la cinematografía de la región estará marcada por los vaivenes políticos de un subcontinente marcado por la represión de dictaduras militares o gobiernos civiles cercanos a los Estados Unidos. Caso curioso será el de México, un país que administrado por un régimen nacionalista burocrático se encontrará en el medio entre el impulso del cine cubano y la clandestinidad del cine político sudamericano. Es precisamente debido a esto que la mayoría de los filmes referidos a la revolución mexicana serán más valorables como propaganda estatal que como séptimo arte. Películas como «Los de abajo» de Servando González, serán sanas excepciones.

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Cursada y Programa:

El presente seminario tiene como fin rastrear la historia a través del cine, partiendo del presupuesto de que, naturalmente, los films no son libros de historia (estos tampoco son necesariamente una garantía de fidelidad) y que están llenos de condicionantes (en principio la mirada del director o los lineamientos de los productores) pero que no dejan de ser una mirada acerca del pasado, del presente y del futuro. A modo de ejemplo el film soviético Ivan el Terrible  ( Serguei Einsestein), cuando retrata la figura del primer zar ruso, podría estar queriendo hablar de la centralización del poder y del terror estalinista. En el caso de La Isla Siniestra (Martin Scorsese), se describe todo un proceso de experimentación científico, absolutamente inhumano, por parte del gobierno estadounidense en la década de 1950, que al final quedaría desactivado por ser producto de la imaginación esquizofrénica del protagonista; pero “a buen entendedor pocas palabras” pues la historia ya estaba contada.

“Los procesos revolucionarios en América Latina” tiene como fin principal tratar de rastrear las transformaciones políticas, sociales y culturales ocurridas antes, durante y después algunos de los más importantes procesos revolucionarios latinoamericanos. Hayan sido triunfantes o no. Para ello analizaremos 5 películas que tratan sobre diferentes períodos históricos y que son de distintos países. En nuestros cinco encuentros nos preguntaremos ¿Hasta qué punto el cine permite entender la historia? ¿Cuáles serían sus sustentos pedagógicos y didácticos? ¿Cuál es el valor histórico del cine? Es decir, el valor del cine como documento o testimonio histórico. ¿El cine refleja la realidad o la deforma? Esto está referido al cine propagandístico y político.

Cada encuentro estará diagramado de la siguiente manera: proyección de un film, exposición teórica del docente y, luego, intercambio de opiniones y conclusiones. Además de la película con la que se trabajará en clase, se brindarán otros films (de ficción y documentales) que tratarán y complementarán la misma temática y periodo histórico. El abordaje concreto consistirá en focalizar en el tema/periodo histórico de la película, en el contexto histórico y político en que fue realizada, en las intenciones del director y en la recepción por parte de la prensa y el público.

 

Objetivos del seminario:

–Indagar en la relación entre cine e historia

–Estudiar al cine como documento histórico

–Estudiar al cine como el reflejo de una sociedad

–Estudiar al cine como el resultado de un contexto político

–Estudiar al cine como una herramienta de propaganda política.

Primer encuentro: Mitad del siglo XX. La dictadura de Batista oprime a las masas explotadas de Cuba. Cuatro historias cuentan como de la pasividad se pasa a la conciencia revolucionaria. La primer historia muestra el contraste entre la pobreza extrema del pueblo y el libertino disfrute de los estadounidenses en la Isla. La segunda historia como un campesino puede llegar a perder todo lo material antes que perder  su dignidad humana. La tercer historia relata la represión hacia el estudiantado rebelde cubano y la cuarta se centra en cómo la ayuda de los miles de campesinos cubanos fue fundamental para la guerrilla de Sierra Maestra. Film: “Soy Cuba” de Mijaíl Kalatozov (1964). Película que debido a su vanguardismo estético fue negada los primeros años después de su estreno, tanto en Cuba como en la URSS. Films complementarios: “Memorias del Subdesarrollo” y “La muerte de un Burócrata», ambos de Tomás Gutierrez Alea.

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Segundo Encuentro: También mitad del siglo XX pero más al sur. La previa al cruento conflicto armado interno que azotará Colombia hasta el día de hoy. Una confrontación que comenzó por cuestiones sociales y políticas y que luego escaló a ser una guerra de las más largas de la historia. Una confrontación cuyo origen basado en la injusticia social ha tomado ribetes revolucionarios a partir de la década del ’60. Film: “Cóndores no entierran todos los días” de Francisco Norden (1984). Retrata la historia de un oscuro empleado en una pequeña ciudad colombiana de los años ’40. Un hombre profundamente católico y dominado por una ideología conservadora que, al escalar la confrontación entre su partido y el más progresista Partido Liberal, comenzará dentro de si mismo y hacia su comunidad una escalada de acciones violentas que lo convertirán en un paramilitar temible. a principio de los ’80, esta película estupendamente protagonizada por el actor Frank Ramírez, usará al personaje del susodicho como ejemplo del cariz violento que ciertos sectores tradicionales de Colombia irán tomando frente a la rebelión popular. Un film estrenado en una época en que el paramilitarismo de derecha estaba en auge en Colombia. Films complementarios: “Carne de tu carne” de Carlos Mayolo y «Confesión a Laura» de Jaime Osorio.

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Tercer Encuentro: Década del ’70 en Chile. La organización popular durante el Gobierno de Salvador Allende en Chile. Entre los avances de la clase obrera y el auge de una guerrilla revolucionaria que quiere tomar las armas frente a un gobierno que se debate entre moderar y profundizar la revolución. Film: “La Batalla de Chile: El Poder Popular” de Patricio Guzmán (1979). El filme, la tercera parte de un gran documental sobre la Unidad Popular, especialmente sobre el intento de derrocarlo por parte de los Estados Unidos y la oligarquía chilena, muestra el proceso de radicalización de la clase obrera clasista en Chile. Especialmente en los llamados «Cordones industriales». Films complementarios: “La Batalla de Chile: la insurrección de la burguesía”, “La Batalla de Chile: el golpe de Estado” y «Machuca» de Andrés Wood.maxresdefault.jpg

Cuarto Encuentro: Nicaragua, fines de la década del ’70. La decadencia de una dictadura cleptócrata y nepotista se hace carne frente a un naciente movimiento revolucionario de características nacionalistas pero que rápidamente comienza a virar hacia el socialismo, influido por la revolución cubana y sus pares en el resto de Centroamérica. Film:“La canción de Carla” de Ken Loach. La película tiene la particularidad de ser dirigida por el maestro del cine político inglés, quién le da un toque propio al comenzar la película en Escocia, donde una exiliada nicaragüense, militante del Sandinismo, se enamorará de un colectivero local y lo llevará devuelta a su tierra, en donde se comprometerán con la lucha armada. Una bella película que combina amor con el retrato de un proceso revolucionario novedoso. Films complementarios: “Latino” de Heskell Wexler y “Nicaragua, el sueño de una generación” de Roberto Persano.

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Quinto Encuentro: Década del ’90. Las consecuencias del modelo neoliberal instaurado a sangre y fuego luego del fracaso de la Revolución en Bolivia. La privatización de los recursos naturales, el avance del mercado frente a la vida indígena, el atropello sin límites que hiere a la dignidad humana y a una cosmovisión milenaria. Un paquete que culminará en una rebelión popular, un proceso revolucionario de características inusitadas en la región donde lo indígena y lo urbano estudiantil se darán la mano. Film: “También la lluvia” de  Icíar Bollaín. Una película española protagonizadas por un ibérico y un mexicano que desde una supuesta ingenuidad europea se adentrará en lo profundo de lo que fue «La Guerra del Agua» en el año 2000 en Bolivia, el comienzo del levantamiento popular que culminó en la elección presidencial de Evo Morales y la instauración de la República Plurinacional de Bolivia. Films complementarios: “Ukamau», «Sangre de Cóndor» y  “El coraje del pueblo” de Jorge Sanjinés y «The Corporation» de Mark Achbar y Jennifer Abbot.

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