Claude Chabrol, biografía cinematográfica (primera parte)

Claude Chabrol, nació el 24 de junio de 1930 en París, donde también falleció el 12 de septiembre de 2010. Fue director, guionista, productor y ocasionalmente actor, de cine. Hijo único de Madeleine Delarbre e Yves Chabrol, fue criado en un ambiente cristiano católico. Creció en un pequeño departamento en la avenida d’Orléans en el distrito 14 de París, ubicado sobre la farmacia paterna. Más adelante la familia se mudó en frente de la farmacia a un departamento más amplio. Cuando la Alemania de Hitler invadió Francia, en 1940, su padre tomó lugar, como combatiente, en la resistencia contra los nazis. En ese contexto el pequeño Claude, con 10 años de edad, y su madre se trasladaron a la casa de su abuela materna en la comuna de Sardent, una pequeña localidad que no superaba los mil habitantes.

En Sardent, durante la Segunda Guerra Mundial, comenzó una nueva vida. Allí leía todo lo que llegara a sus manos. A la edad de once años ayudó a Georges Mercier, un entusiasta del cine de la región, con la creación y mantenimiento de una pequeña sala cinematográfica. Asistía al proyeccionista, manejaba la caja registradora, participaba en la elección de las películas. Sin dudas esta experiencia, que terminó cuando como resultado de la Liberación de Francia la asistencia al cine cayó en favor de los bailes populares nuevamente autorizados, fue muy enriquecedora a pesar de haber tenido que regresar a París en septiembre de 1945.

Sardent, refugio durante la Segunda Guerra Mundial

De vuelta en París, se matriculó en el Lycée Louis-le-Grand, donde entabló amistad, en particular, con Gilles Jacob y Jacques Friedman, un periodista conocido como Frémontier. Obtuvo el bachillerato en junio de 1947. Luego estudió letras y Derecho (donde conoció a Jean-Marie Le Pen). También hizo un breve paso, de ocho días, por Sciences Po[1] donde solo vio unos «jóvenes arrogantes» derivando una especie de odio a la clase política francesa. Luego, por influencia de sus padres y sin convicción, estudio farmacia abandonando rápidamente. 

Miembro de la “Nueva Ola” (Nouvelle Vague) de cine francés, primero fue crítico, luego productor para terminar pasando la dirección. Destacó por su estilo deliberadamente sarcástico y su erudición cinéfila. En más de cincuenta años de carrera su cine estuvo compuesto, mayormente, por dramáticas, con sustancia de comedia, costumbristas con formato de cine policial. También el documental y las adaptaciones cinematográficas literarias ocuparon un lugar importante en su obra. Realizó un total de más de 70 películas para cine y televisión.

Admirador de Alfred Hitchcock, Howard Hawks, F. W. Murnau, Jean Renoir, Ernst Lubitsch y Fritz Lang. Amante de la novela negra y del humor mordaz, Claude Chabrol  describió la hipocresía y las bajezas de la burguesía. Entre sus actores favoritos se destacaron Stéphane Audran, Isabelle Huppert, Bernardette Lafont, Sandrine Bonnaire, Michel Serrault, Michel Bouquet, Jean-Pierre Cassel, Jean-Claude Brialy, entre otros.

Cahiers du Cinéma y la política de autor

Desde principios de la década de 1950 comenzó a formar parte de la redacción de la revista de crítica cinematográfica Cahiers du Cinema, publicando allí su primer artículo, titulado, “Que ma joie remain” (Que mi alegría permanezca”) en noviembre de 1953. Durante años formó parte del elenco de redactores de la revista junto a Jean-Luc Godard, François Truffaut, Éric Rohmer y Jacques Rivette.

La historia de los Cahiers du Cinéma está ligada a una generación de cinéfilos entusiastas y provocadores que dieron origen a la “Nueva Ola” del cine francés, estableciendo previamente “La Política de Autores”. François Truffaut comenzó a colaborar en el número veintiuno de la revista. Su primer artículo da cuenta de un desapego del llamado cine francés de «calidad» en favor del cine de autor, en particular del cine estadounidense (Howard Hawks, Alfred Hitchcock). Los nuevos colaboradores de la revista, apodados los «jóvenes turcos[2]» por André Bazin, llegaron incluso a oponerse a los fundadores de Cahiers. Ellos fueron, los a la postre miembros de la Nouvelle Vague,  Éric Rohmer, Jacques Rivette, Claude Chabrol y Jean-Luc Godard.

“La Política de Autores” fue un movimiento teórico de crítica cinematográfica definido por primera vez, en febrero de 1955, por François Truffaut en las páginas de Cahiers du cinema. Esta expresión es también el título de un libro publicado por primera vez en 1972, que retoma las entrevistas realizadas entre 1954 y 1966, en Cahiers du Cinema, a los cineastas Michelangelo Antonioni, Luis Buñuel, Robert Bresson, Carl Dreyer, Howard Hawks, Alfred Hitchcock, Fritz Lang, Jean Renoir, Roberto Rossellini y Orson Welles.

“La Política de los Autor” consistía en dar al director el estatuto de autor por encima de cualquier otro interviniente. Pero esta política es ante todo un enfoque crítico. Los defensores de la política del autor veían las películas como parte del trabajo de su director, en lugar de estudiarlas como pertenecientes a un género. Los “autoristas” buscaban, entonces, las recurrencias y temas desarrollados en las diferentes películas de un determinado director.

Así, en su artículo sobre la película “Ali Baba y los cuarenta ladrones” de Jacques Becker titulado «Ali Baba y la ‘política de los autores'», François Truffaut explica lo siguiente:

«Si Ali Baba hubiera sido un fracaso se lo hubiera defendido igualmente bajo la política de autor que mis compañeros y yo seguimos. Basada enteramente en la hermosa fórmula de Giraudoux: «no hay obras, sólo hay autores», consiste en negar el axioma, caro a nuestros mayores, según el cual se trata de películas como mayonesas, o fracasa o triunfa”.

Truffautt también rechazaba la idea de que a medida que envejecen, cineastas como Abel Gance, Fritz Lang, Alfred Hitchcock, Howard Hawks, Roberto Rossellini o Jean Renoir se verían afectados por un “envejecimiento esterilizante”.

El cine de Chabrol está lleno de homenajes y referencias a Alfred Hitchcock

Este concepto también tiene la ventaja de asegurar la coherencia del discurso crítico; así, Truffaut escribió:

“A André Bazin le gusta mucho “Citizen Kane”, “Los magníficos Ambersons”, un poco “La Dama de Shanghai” y “Otelo”, apenas “Viaje al país del miedo” y “Macbeth”, para nada “El Criminal”. En cambio Cocteau le encanta “Macbeth” pero no a “El Criminal”. A Sadoul le gustan bastante “Citizen Kane” y “Los magníficos Amberson”, pero nada de nada “Viaje a la tierra del miedo” y “Macbeth”. ¿Quién tiene razón? A pesar del respeto que tengo por Cocteau, Bazin y Sadoul, prefiero unirme a la opinión de Astruc, Rivette, Truffaut y tutti quanti que aman sin distinción todas las películas de Welles por lo que son, no pareciéndose a ningunas otras, por un cierto juego de Orson que es un diálogo shakesperiano con el cielo (la mirada pasando por encima de las cabezas de los acompañantes), por una calidad de la imagen que debe menos a la plástica que a un notable sentido de la dramaturgia de las escenas, por una perpetua invención verbal y técnica, por todo lo que crea un estilo, ese «estilo Welles» que se encuentra en todas sus películas, ya sean lujosas o arruinadas, rodadas rápida o lentamente”.

François Truffaut

Pero la política de autor ha recibido críticas, y no solamente del lado comercial, es decir de la industria del cine. También se ha cuestionado al enfoque por considerarlo demasiado limitado al convertir al director en el único artífice de la película en perjuicio del guionista, del productor y de la parte técnica. Noël Burch, crítico e historiador del cine franco-estadounidense, hizo una crítica a la tendencia sistemática, de “La política de los Autores”, a dedicar un culto exagerado y presuntuoso a la forma, la estética y el modernismo en detrimento de la historia o el guion, que son injustamente despreciados.

Pero si bien Chabrol formó parte de los nuevos redactores de Cahiers, tanto como de la “Nueva Ola” de cine francés, su obra puede situarse en un punto intermedio entre la “Política de Autores” y la crítica de Noël Burch. Concuerda con la centralidad que tiene el director a la hora de dar vida a un film, tanto como de la concepción de la existencia una obra cinematográfica a lo largo del tiempo. Sin embargo, y siguiendo el camino de Fritz Lang, consideraba fundamental la historia y la narrativa de la película. Entonces el  guion se convertía en un elemento central. Desde el comienzo de su carrera y durante más de dos décadas su principal aliado, su guionista, fue Paul Gégauff. Este realizó los guiones de 15 de sus films. “El ojo maligno”, “Los primos”, “La bestia debe morir”, entre otros excelentes films, cuentan con el guion del novelista francés. La relación con Gégauff parece haber nutrido mucho a Chabrol pues del intercambio entre ambos salió esa quirúrgica, por lo cómica y dramática a la vez, crítica de la burguesía.

Además Jean Rabier, su director de fotografía durante más de 30 años, como Pierre Jansen, músico que compuso la música de más de la mitad de sus películas, han sido totalmente determinantes a la hora de hablar del cine chabroliano. Así es que delimitar su obra, pura y exclusivamente a su esfuerzo y talento, es perder de vista todo el gran aporte colectivo. 

Método de trabajo

Trabajó durante mucho tiempo con los mismos equipos: su director de fotografía, Jean Rabier el músico Pierre Jansen lo acompañaron durante décadas, tanto como su hijo, el músico Matthieu Chabrol. Jacques Gaillard, Monique Fardoulis, su esposa, y Olivier Rossignol, su hijo, editaron casi todas sus películas. Los directores de producción, camarógrafos y asistentes fueron casi los mismos durante muchos años. Aurore Paquiss, su esposa desde 1982, se convirtió en su guionista durante años; Cécile Maistre, hija de Aurore, es su asistente desde 1993 hasta el final de su carrera.

Su segunda esposa, Stéphane Audran, rodó una veintena de películas con él. Isabelle Huppert y Bernadette Lafont siete, Michel Bouquet seis. François Cluzet, Jean-Pierre Cassel, Jean-Claude Brialy, André Jocelyn, Michel Duchaussoy, Maurice Ronet, Jean Yanne, Henri Attal, Dominique Zardi y Sandrine Bonnaire tomaron parte en algunas de sus creaciones. André Génovès, Marin Karmitz y Patrick Godeau fueron sus principales productores.

En una entrevista con el editor y crítico de cine, el francés François Guérif, Chabrol habla acerca de sus equipos de trabajo:

“Siempre tiendo a trabajar con las mismas personas. ¿Y no entiendo por qué no se puede trabajar con la misma gente cuando te llevas bien con ellos? Prefiero mantener mi pequeño equipo porque, cada vez, es un verdadero placer volver a encontrarnos. Esto es válido para los técnicos. Esto va para los actores. Esto es válido para todos”.

Su carrera de 1958 a 1967

El más prolífico de los miembros de la “Nouvelle Vague”, promedió casi una película al año desde 1958 hasta su muerte. Sus primeros films (1958-1963) tienen las cualidades experimentales asociadas con la nueva ola de los jóvenes redactores de Cahiers; mientras que sus últimas películas de juventud pueden clasificarse como comerciales y mucho menos experimentales. Sucedía que mediados de los años sesenta le resultaba difícil obtener financiamiento por lo que hizo una serie de parodias de espías, algo que no hizo ninguno de sus “compañeros de ruta”.

Chabrol se había casado con Agnès Goute en 1952. Su esposa heredó una importante capital y en diciembre de 1957 usó parte del dinero para filmar “El Bello Sergio”. La filmación duro tres meses y se realizó en Sardent, pequeña localidad en la cual había vivido durante la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial, con un pequeño equipo y actores poco conocidos. El presupuesto de la película fue de 85.000 dólares y fue protagonizada por Jean-Claude Brialy, como François, y Gérard Blain, como Sergio.  Estos dos amigos de la infancia que se reencuentran cuando el recién graduado de la escuela de medicina, François, regresa a Sardent y descubre que Sergio se ha vuelto alcohólico después de que su bebé, con síndrome de down, haya muerto al nacer. François está apenado por la brutalidad de Sergio hacia su mujer, Yvonne, que vuelve a quedar embarazada tras la muerte de su primer hijo. François intentará que Sergio deje de beber, pero no tendrá éxito. Durante un baile en el pueblo, Sergio humilla públicamente a su mujer cortejando a una joven llamada Marie. François, consciente de la indecencia de su amigo, pelea con él tras el baile y no se resigna a marcharse y a abandonarlo en semejante situación. A final del film François, muy enfermo a causa de de tuberculosis, va a buscar a Sergio en medio de una tormenta de nieve con el fin de que pueda presenciar el nacimiento de su segundo hijo. El nacimiento da a Sergio una razón para vivir mientras que para François significa su muerte.

Escena de «El bello Sergio»

“El bello Sergio” es la ópera prima de la “Nouvelle Vague”. Chabrol fue el primero de sus amigos en completar un largometraje e inmediatamente recibió elogios de la crítica, siendo un éxito de taquilla. Ganó el Gran Premio en el Festival de Cine de Locarno y el Premio Jean Vigo. La crítica marco ciertas similitudes con películas de Hitchcock, como los motivos de duplicación y recurrencias, y la transferencia de culpa católica. Chabrol declaró que hizo la película como una especie de despedida del catolicismo. Esta ópera prima, por su temática y narrativa, es una suerte de excepción en la obra chabroliana. 

Chabrol, rápidamente, siguió este éxito con “Los Primos” ​​en 1959. La película es una pieza complementaria y una inversión de “El bello Sergio”, en muchos sentidos. Jean-Claude Brialy, quien había interpretado a François en “El bello Sergio” ahora interpreta al decadente e insensible Paul, mientras que Gérad Blain, quien hiciera de Sergio, ahora interpreta al esforzado estudiante de Derecho Charles. En esta película, el primo del campo, Charles, llega a la gran París para vivir con su corrompido y libertino primo Paul, mientras asiste a la universidad.

El film ​tiene muchos componentes «chabrolianos», incluida la influencia de Hitchcock, la descripción de la burguesía francesa, personajes ambiguos y un crimen. También fue la primera película de Chabrol coescrita con su usual colaborador Paul Gégauff, de quien Chabrol dijo «Cuando quiero crueldad, salgo y busco a Gégauff. Paul es muy bueno para animar las cosas. Él puede hacer que el personaje se vea absolutamente ridículo y odioso en dos segundos». Es la primera de muchas películas en las que los personajes principales se llaman Paul y Charles. También, las heroínas chabrolianas, van a comenzar a llamarse Hélène. “Los primos”, tanto como lo había sido “El bello Sergio” fue un éxito de público en Francia y ganó el Oso de Oro en el 9º Festival Internacional de Cine de Berlín.

Escena de «Los primos»

En 1960, Chabrol realizó lo que muchos críticos consideran su mejor película temprana, “Las buenas mujeres”. El film está protagonizado por Bernadette Lafont, Clotilde Joano, Stéphane Audran y Lucile Saint-Simon, quienes son cuatro empleadas de una tienda de electrodomésticos parisina que sueñan con cambiar el destino de sus vidas. Buena parte de la prensa especializada elogió el trabajo pero recibió fuertes críticas desde izquierda por considerar que se burlaba del estilo de vida de la clase trabajadora.

A “Las buenas mujeres” le siguieron dos películas que no tuvieron éxito financiero. “Los Godelureaux”, estrenada en 1960 y detestada por Chabrol, y “El ojo maligno”, estrenada en 1961 y mejor recibida que las dos anteriores por la crítica especializada. “El ojo maligno” es un notable film en el que la ambigüedad de la real está absolutamente presente. Los tres protagonistas pueden ser víctimas y victimarios a la vez. Además del devenir de los personajes está presente la “Cuestión de europea”: Albin, un joven periodista francés, es enviado a Munich 15 años después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial para escribir sobre el estilo de vida alemán. No habla ni una sola palabra de alemán y no tiene demasiadas intenciones de hacerse entender ni de socializar. Al principio de la película el joven francés dice en off “Nuestros enemigos de ayer y nuestros aliados del futuro”. Sin embargo el malestar del joven francés es evidente y como resultado de su envidia y frustración va a terminar siendo el responsable del asesinato de Hélène, que no es alemana sino compatriota suya. Aunque había aparecido antes en papeles secundarios aquí aparece la notable actriz Stéphane Audran como la protagonista femenina. Luego, en 1964, se casaron  y trabajaron juntos en buena parte de los films del cineasta francés.

En 1963 realizó una adaptación libre de Hamlet, “Ofelia”, que fue una decepción de taquilla. Pero ese mismo año “Landru”, escrita por Françoise Sagan y protagonizada por Charles Denner, Michèle Morgan, Danielle Darrieux y Hildegard Knef fue bien recibida por la crítica y obtuvo un relativo éxito económico. El film muestra al famoso asesino en serie, Henri Désiré Landru, una historia que había inspirado previamente la película “El señor Verdoux” de Charles Chaplin.

De 1964 a 1967, Chabrol hizo seis películas y un cortometraje que resultaron desastrosos desde el punto de vista artístico y comercial. Este período puede ser considerado, sin lugar a dudas, como el momento más pobre de su carrera. Cuatro de estas películas pertenecían al entonces popular género de películas de parodia de espías. Chabrol dijo «me gusta llegar al límite absoluto de los principios. En tonterías como la serie Tiger, realmente quería obtener toda la extensión de las tonterías. Eran tonterías, así que está bien, entremos en ello hasta nuestro cuellos». “El tigre se perfuma con dinamita”, “María Chantal contra el doctor Kha”, “La Línea de demarcación” y “La ruta del corinto” son cuatro de los films poco logrados del realizador francés.


[1] El Instituto de Estudios Políticos de París (en francés: Institut d’études politiques de Paris, comúnmente conocido como Sciences Po Paris o simplemente Sciences Po, es un institución de educación superior ubicada en Francia y miembro de la Conférence des Grandes écoles (Conferencia de las grandes escuelas). Fue fundado en 1872 para promover una nueva clase de políticos franceses después de la derrota francesa en la Guerra Franco-Prusiana. Sciences Po se clasifica comúnmente como una de las mejores universidades para ciencias políticas y estudios internacionales en el mundo. Los alumnos de la escuela incluyen muchas figuras prominentes de la élite económica y política francesa e internacional. Siete presidentes franceses recientes, 13 primeros ministros franceses, 12 jefes de estado o de gobierno extranjeros y seis de los actuales directores ejecutivos (CEO) de las empresas más grandes de Francia han estudiado allí.

[2] Los Jóvenes Turcos fueron una elite letrada y militar que conspiró contra el Sultán y el imperio otomano a principios del siglo XX, y a la postre formando parte del gobierno de la República laica de Turquía en principios de la década de 1920.

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